El tiempo es mi mayor enemigo.

No me importa tu fusil ni el cañón de tu enemigo. Dos males no significan un bien en ningún sentido.

Doy la cara al enemigo, la espalda al buen comentario, porque el que acepta un halago empieza a ser dominado.

Si te agrede es porque eres bueno, porque te temen. Esa ilógica es la implacable lógica del enemigo y está registrada en el código de la conducta más elemental del hincha de cualquier parte.

Pensé que un hombre puede ser un enemigo de otros hombres, de los momentos de otros hombres, pero no de un país: no de luciérnagas, palabras, jardines, chorros de agua, puestas de sol…

Nadie sabe en qué rincón se oculta el que es su enemigo.

Si hay victoria en vencer al enemigo; la hay mayor cuando el hombre se vence a sí mismo.

Al amigo todo, al enemigo ni justicia.

Si dices que lo tienes en un puño... ¡Muy pequeño ha de ser tu enemigo!

Es más fácil perdonar a un enemigo que perdonar a un amigo.

¿Quién pregunta si el enemigo fue derrotado por la estrategia o el valor?

Si no hay enemigo no hay lucha. Si no hay lucha, no hay victoria y si no hay victoria no hay corona.